miércoles, 21 de diciembre de 2011

Un Eslabón Sustancial en las Luchas Populares

19 y 20 de diciembre de 2001

Fuimos muertos, desaparecidos y nuestros hijos apropiados, encarcelados, exilados y perseguidos por la dictadura genocida, que le puso el broche final a su trágico itinerario cuando nos llevó a la derrota de Malvinas.
Estuvimos en las huelgas y conflictos obreros que bancaron la resistencia y marchamos codo a codo cada jueves con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Festejamos la recuperación de la democracia, la liberación de miles de presos políticos, el regreso de otros tantos exilados, lloramos emocionados cuando los integrantes de las Juntas Militares fueron condenados por sus crímenes.

Denunciamos las leyes de punto final y obediencia debida, y centenares de miles salimos a la calle en todo el país, contra el indulto menemista. La lucha por los DDHH que nunca decayó, se revitalizó con la sangre joven de nuestros HIJOS.
Nos movilizamos contra la implementación del ALCA y cuando fue enterrado en aquellas históricas jornadas de Mar del Plata en 2005, bailamos en las calles con nuestros hermanos latinoamericanos, porque nos sentimos capaces de decirle NO al Libre Comercio en la propia cara del mismísimo Bush.
Denunciamos la complicidad de la burocracia que pasó a convertirse en sindicalismo empresario y acompañamos el surgimiento de formaciones sindicales alternativas, como la CTA.

Promovimos la organización de los Movimientos Sociales que se fueron construyendo en todo nuestro territorio. Desde ahí fuimos protagonistas de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 que hundieron al sistema neoliberal predominante hacía varias décadas en nuestro país.
Festejamos la huida de De la Rúa y seguimos luchando contra el intento de Duhalde de imponernos una democracia represiva, que desnudó sus intenciones en el puente Pueyrredón cuando envió la policía a escarmentarnos aquél 26 de julio de 2002, en que Maxi y Darío entregaron sus jóvenes vidas peleando por un cambio verdadero.
Desconfiamos de un Kirchner que llegó a la presidencia con el aparato del PJ. Pero cambiamos de parecer cuando una parte sustancial de los crecientes recursos que llegaban al país, eran destinados a paliar la situación desesperante en que vivía más de la mitad de la población.
Nos conmovimos cuando dijo “somos hijos de las Madres de Plaza de Mayo”, convirtió la ESMA en el Museo de la Memoria y obligó al Jefe del Ejército a retirar la foto de Videla, le dio impulso a los juicios a los genocidas y a la búsqueda de las Abuelas de sus nietos apropiados.
Le pusimos el cuero en la calle a la lucha por la implementación de las retenciones móviles a las exportaciones de soja.
Apoyamos reestatizaciones como las del Correo Argentino, AySA, Aerolíneas Argentinas y el sistema de jubilaciones.
Luchamos todos estos años por una nueva ley de Medios Audiovisuales hasta lograr su sanción, y dijimos que la instauración de la AUH es un paso adelante, aunque claramente insuficiente.
Creímos que se presentaba una oportunidad histórica para ir por una construcción alternativa cuando el kirchnerismo llamó a desarrollar una nueva fuerza política diferenciada de aquellas “estructuras corruptas” (sic Néstor Kirchner) y allá fuimos con un conjunto de organizaciones políticas y sociales a hacer el esfuerzo necesario para que ello fuera posible.
Pero manifestamos nuestra discrepancia cuando Néstor y Cristina volvieron al PJ, y el propio Kirchner se convirtió en el presidente del justicialismo. Y profundizamos diferencias cuando el proceso redistributivo se estancó a partir de 2007, ya que mientras el PBI no dejó de crecer a un ritmo del 8-9% anual, el  nivel de pobreza no bajó del 20-25% a pesar de los esfuerzos del INDEC por invisibilizar a millones de compatriotas que siguen con sus necesidades básicas insatisfechas. Convencidos de que los principales reclamos del 19 y 20 de diciembre -la búsqueda de una nueva representación política y un modelo económico para todos y todas- seguían (y siguen) vigentes, nos retiramos del kirchnerismo, con las mismas posiciones críticas que mantuvimos públicamente desde adentro, aunque no había en aquél momento ninguna estructura constituida con la que coincidiéramos.
Como le gustaba decir a Néstor Kirchner, no existía nada a su izquierda. Si bien esto era cierto, la diferencia sustancial que manteníamos –y mantenemos- es que había, y hay, posibilidades de construirlo, y allá nos fuimos a intentarlo y en eso seguimos empeñados hoy en el Frente Amplio Progresista.
Los últimos años no han pasado en vano, no sólo porque se han obtenido conquistas importantes en todos los terrenos, sino que su realización fue la culminación de un largo y difícil proceso de resistencia, dentro del cual las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 fueron un eslabón sustancial, en el curso del cual todos y todas los nacidos en estas tierras aprendimos que los dogmas, que nos habían impuesto desde la dictadura del 76 en adelante, y sobre todo en los años 90, no sólo no eran inconmovibles, sino que viviríamos mucho mejor si nos liberábamos definitivamente de ellos.
Isaac Yuyo Rudnik
Movimiento Libres del Sur

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